Los Dominados Y El Arte De La Resistencia by James C. Scott

Los Dominados Y El Arte De La Resistencia by James C. Scott

Author:James C. Scott
Language: es
Format: mobi
Tags: Humanidades Antropología
Published: 2010-04-28T23:00:00+00:00


FORMAS ELEMENTALES DE DISFRAZ

Como los editores prudentes de un periódico de oposición en una situación de estricta censura, los grupos subordinados tienen que encontrar maneras de transmitir su mensaje manteniéndose como puedan dentro de los límites de la ley. Esa tarea requiere un espíritu arriesgado y un talento especial para poner a prueba y aprovechar todas las inconsistencias, las ambigüedades, los silencios y los errores que se presenten. De alguna manera, esto significa seguir esa línea que pasa justo por el perímetro de lo que las autoridades están obligadas a tolerar o no pueden impedir que suceda; significa que esos grupos logran crearse una discreta vida política pública en un sistema político que, en principio, no permite que ese tipo de vida se organice sin su control directo. Más adelante exploraremos brevemente algunas de las técnicas más importantes de disfraz y ocultamiento, y propondremos maneras de leerlas.

En el nivel más básico, se puede distinguir entre las técnicas que disfrazan el mensaje y las que disfrazan al mensajero. Digamos que los casos extremos serían aquí, por un lado, un esclavo cuyo tono de voz al decir "Sí, amo" tiene un leve matiz sarcástico y, por otro, la amenaza explícita de provocar un incendio que el mismo esclavo haría anónimamente al mismo amo. En el primer caso, se puede identificar al subordinado que está actuando, pero su acto es probablemente demasiado ambiguo para que las autoridades puedan intervenir. En el segundo caso, la amenaza no tiene ninguna ambigüedad, pero el o los subordinados que la hicieron están ocultos. Por supuesto, existe la posibilidad de que se encuentren disimulados tanto el mensajero como el mensaje, como en el caso de unos campesinos disfrazados que, durante el carnaval, insultan críptica, pero amenazadoramente, a un noble. Si, en ese caso, el mensaje y el mensajero fueran claramente reconocibles, nos encontraríamos en un ámbito de confrontación directa (y quizá hasta de rebelión).

Prácticamente, sólo la imaginación de los subordinados puede limitar las formas de ocultamiento. Sin embargo, el grado en que se deben disfrazar los elementos y los agentes del discurso oculto para lograr introducirse en el discurso público dependerá sin duda del grado de peligrosidad y arbitrariedad del respectivo ambiente político. Lo más importante en este punto es reconocer que la creación de disfraces depende de la rapidez y seguridad con que se manipulan los códigos de sentido vigentes. No es posible exagerar la sutileza de esa manipulación.

Dos ejemplos actuales de Europa oriental nos pueden servir para mostrar de qué manera una sumisión exagerada y un comportamiento perfectamente normal, cuando se generalizan y se codifican, pueden convertirse en formas relativamente seguras de resistencia. En su (apenas disfrazada) autobiografía del período que pasó en un batallón penitenciario de prisioneros políticos, el escritor checo Milán Kundera describe una carrera de relevos en la que competían los guardias del campo de concentración —que la habían organizado— con los prisioneros.[254] Los prisioneros, sabiendo que se suponía que iban a perder, arruinaron la función dejándose adrede ganar, pero no sin representar la elaborada pantomima de un excesivo esfuerzo.



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